Os propongo un reto, crear un minirelato a partir de las siguientes palabras: estratagema, madre y encendida.
El premio para el ganador será la publicación consentida de su relato en este blog.
¡Mucha suerte!
Era noche cerrada. La madre de todas las batallas iba a comenzar en pleno corazón de las Montañas Nubladas. Los guerreros, bravos e intachables hombres, aguardaban con nerviosismo y disciplina las órdenes de su Senescal; habrían de dar su vida si esto fuese necesario para librar al reino del peligro que ahora acechaba. Para lograr tal fin, los comandantes de las facciones armadas que allí se habían congregado bajo las órdenes de un único hombre, habían urdido una estratagema que si se llevaba a cabo podría significar la victoria absoluta e indiscutible. Cuando el Senescal hizo ademán de ordenar con furia el ataque, se vieron sorprendidos desde la retaguardia. Fue un traicionero ataque que no esperaban, en un lugar difícil para su defensa, puesto que no habían contado con semejante hecho. Aparecían por todas partes, el caos reinaba por doquier, los terribles gritos y lamentos de los bravos soldados al ser ensartados mutilados o golpeados poblaban de forma hiriente el entorno; no había forma de defensa eficaz... Cuando el Senescal cayó, se escuchó un ahogado grito que caló hasta la sima más profunda de aquellas tierras; fue un estremecedor quejido cuyo sonido se hizo eco incluso en las cumbres más altas de las Montañas Nubladas. Nadie quedó en pie... En poco tiempo las formidables fuerzas se vieron mermadas y castigadas hasta su completa aniquiliación. El último en cerrar los ojos fue uno de los comandantes; antes de iniciar su viaje eterno observó con horror lo que había acontecido al poderoso ejército que apenas minutos antes tenía bajo su mando. -Madre, acójenos en tu seno, ten piedad de todos nosotros -murmuró en un débil hilo de voz. Cuando su epíritu se separó de su cuerpo la arbolada colina se quedó en silencio, vacía, sin alma; únicamente el graznar de los cuervos y el suave sonido del viento del Norte quedaron para honrar a aquellos que vivieron y murieron en la esperanza de la victoria...
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Era noche cerrada. La madre de todas las batallas iba a comenzar en pleno corazón de las Montañas Nubladas. Los guerreros, bravos e intachables hombres, aguardaban con nerviosismo y disciplina las órdenes de su Senescal; habrían de dar su vida si esto fuese necesario para librar al reino del peligro que ahora acechaba.
ResponderEliminarPara lograr tal fin, los comandantes de las facciones armadas que allí se habían congregado bajo las órdenes de un único hombre, habían urdido una estratagema que si se llevaba a cabo podría significar la victoria absoluta e indiscutible.
Cuando el Senescal hizo ademán de ordenar con furia el ataque, se vieron sorprendidos desde la retaguardia. Fue un traicionero ataque que no esperaban, en un lugar difícil para su defensa, puesto que no habían contado con semejante hecho.
Aparecían por todas partes, el caos reinaba por doquier, los terribles gritos y lamentos de los bravos soldados al ser ensartados mutilados o golpeados poblaban de forma hiriente el entorno; no había forma de defensa eficaz...
Cuando el Senescal cayó, se escuchó un ahogado grito que caló hasta la sima más profunda de aquellas tierras; fue un estremecedor quejido cuyo sonido se hizo eco incluso en las cumbres más altas de las Montañas Nubladas.
Nadie quedó en pie...
En poco tiempo las formidables fuerzas se vieron mermadas y castigadas hasta su completa aniquiliación.
El último en cerrar los ojos fue uno de los comandantes; antes de iniciar su viaje eterno observó con horror lo que había acontecido al poderoso ejército que apenas minutos antes tenía bajo su mando.
-Madre, acójenos en tu seno, ten piedad de todos nosotros -murmuró en un débil hilo de voz.
Cuando su epíritu se separó de su cuerpo la arbolada colina se quedó en silencio, vacía, sin alma; únicamente el graznar de los cuervos y el suave sonido del viento del Norte quedaron para honrar a aquellos que vivieron y murieron en la esperanza de la victoria...