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viernes, 29 de julio de 2011

Los Cubos de Hielo - Nicuento de Carlos Órdenes Pincheira

-Adelante Jesús Espartero.
La Pantera, el León y el Avestruz lo miraron con una sonrisa fingida.
Era la máscara para ocultar cuervos y cernícalos muy en boga en los últimos tiempos.
Había en el ambiente olor a sueños triturados

Cerca del escritorio de la señorita Pantera,
-secretaria por votación entre muslos y copas-, había un gran congelador. En otro, el señor Cocodrilo fumaba un habano, impregnándolo todo... Desde el techo colgaban jirones de poesías sangrantes
-Hemos leído su libro... Ya le diremos...La secretaria aquí presente dice que
usted debería vender escorpiones a buen precio y así pagar por la edición, pero no apresuraremos el paso del tren.
Una lagarta vino a pasar un paño por la cubierta de un gran escritorio. Llevaba en su lomo matices claros de un sueño ya perdido en la infinitud del tiempo. Era un ser sufriente: dos gotas
cayeron de sus ojos y dibujaron en las baldosas dos paisajes marinos...

El Cocodrilo tenía una mirada estremecedora. El poeta estaba acostumbrado a las manivelas que usaban las personas para apretar el cuello de los infelices bajo su dominio. Tenía casi la seguridad que ya sus originales estaban empapado de orina...

-Prefiero irme...
-No señor poeta, de ninguna manera, aun hay esperanzas para su libro, Paciencia.
-Señor Espartero, por favor sáquese la ropa... y tiéndase sobre el escritorio
El poeta accedió y en el acto el Cocodrilo, ya con vestimenta blanca, pidió el bisturí... Con pulso
firme hizo un tajo desde el esternón hasta el borde de los vellos oscuros... las mano enguantada la metió dentro del abdomen y de un nervioso tirón extrajo las vísceras...

-Tengo que arrancarle el corazón.

La faz del poeta era de una espantosa palidez. Miró hacia la puerta de salida: ya no estaban sus ángeles esperando... No se podía mover.
La secretaria y el León limpiaron los bordes con ramas de hinojo...

-Rápido, ¡los cubos...!

La Pantera trajo de inmediato una enorme bandeja con cubos de hielo...

-Antes debo extraer lo que más me fascina: ¡el corazón...!
Al tratar de palpar el órgano vital sintió un dolor lacerante en los nudillos, dio un grito y
trató de sacarse el guante de su mano derecha. Afuera el río estaba atestado de habitantes acuáticos: hipopótamos, caimanes, bagres... La luz de lo alto pintaba de cambiantes colores el agua.

La secretaria vendó la mano de su jefe. Entre todos abrieron la zanja física y comenzaron a meter los cubos en el cuerpo del poeta. Enseguida lo cosieron en forma rápida, precipitada...
Dolor intenso, pero el poeta se había sumido en una ilusión lejana y nada sintió.

En tono burlón, el Cocodrilo le dijo:
-Levántese..., tenemos otros asuntos que tratar con otros escritores...
Con dificultad el vate bajo de la camilla, se vistió, en sus ojos algunas nubes amenazaban lluvia...
-¿Me puede decir si fue aprobado mi libro de poesía?
-No lo fue...
-No puedo entender -casi murmuró el poeta.
-Usted es un libre pensador... jajajajaja... aquí no se publica a tales individuos-carcajeó,entregándole los originales-Si ingresa al Grupo Trágatelotodo sin vacilar le publicamos...
-No, gracias... Mi arte no tiene precio. Adiós...

Sintió tras sus espaldas un filo de carcajadas.... No volvió la vista. El mundo se mostraba como un monstruo de millones de cabezas vociferantes,
En la orilla del río detuvo sus pasos mirando fijamente como el cielo entero entraba por los ojos de
un hipopótamo...

Carlos Ordenes Pincheira

1 comentario:

  1. Agradezco a esta joven promesa de la Literatura el poner uno de mis nicuentos. Espero y confío que sus horizontes serán altamente luminosos y a ha de ser un premio a su linda madre y a sí mismo por el esfuerzo y el deseo de ser mejor. Mis felitaciones.

    Diego de la Noche.

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