Erasé una vez, un arbolito que no daba frutos al crecer. El arbolito siempre estaba triste, era joven y todavía no daba frutos, por tanto, no conocía su identidad. Pasaba el tiempo y el pequeño arbolito seguía sin crecer.
Un día, nuestro protagonista despertó con una hermosa manzana colgada de una de sus ramas, y más tarde le comenzaron a salir más y más, descubriéndose a sí mismo como un manzano.
Desde entonces el arbolito aprendió que la paciencia era muy importante.
Fin
Dedicado a Carlos Ordenes Pincheira.
Un día, nuestro protagonista despertó con una hermosa manzana colgada de una de sus ramas, y más tarde le comenzaron a salir más y más, descubriéndose a sí mismo como un manzano.
Desde entonces el arbolito aprendió que la paciencia era muy importante.
Fin
Dedicado a Carlos Ordenes Pincheira.
Muy grato me ha parecido tu gesto, muy hermoso. Espero que continúes en esta disciplina y aprenderás muchísimo... Estoy para sugerirte buenas cosas. Gracias, joven amigo.
ResponderEliminarEn pocas líneas,Alex, has definido la compleja dimensión de la existencia que se vuelve sencilla cuando los hombres ven sus frutos después de errar y acogerse a la fe de que existen por algo importante.
ResponderEliminarIntuyes mucho de esa evolución a la que todos estamos llamados para descubrir que siempre habrá un frugal premio, cuando aprendamos a mirar nuestras vidas tan constructivamente como tú has descrito.
Muchas gracias por recordarnos a los adultos estas enseñanzas que nunca deberíamos haber olvidado cuando fuimos niños.